En la pasada Feria de Abril fue la corrida del lunes de la inauguración de los farolillos un festejo épico corrido ante los peores elementos atmosféricos y los aficionados a toros lo recordarán perfectamente porque en esta corrida José Maria Manzanares cortó las dos orejas al último de la tarde ante una plaza convertida en un gigantesco paraguas del que salían entrecortados olés y palmas mojadas.
Siguió lloviendo al día siguiente y la corrida se suspendió. Los pronósticos, afinados en la actualidad con el apoyo de la tecnología vía satélite, lo recomendaban sin dudarlo.Pero los viejos aficionados no se lo creían. La decisión suspensoria caía al filo de la hora lorquiana de las cinco de la tarde. ¿Cuánto tiempo hacía que no se producía un hecho semejante?
Mas, para el asombro, quedaban aun preguntas nuevas. Porque el festejo siguiente tampoco se celebró divulgándose la noticia de su suspensión apenas superado el mediodía. Esto sí que era nuevo. Y más todavía lo que hubo de seguir. La corrida del jueves tampoco se corrió. Indudablemente la historia de la Maestranza escribía capítulos inéditos. Y además en esta ocasión concurrían circunstancias alarmantes. Ya empezaba a decrecer el efecto de la borrasca.La corrida se iba a celebrar y los avisados lo adelantaban maliciosamente añadiendo que la empresa solo suspendía carteles caros por evidentes razones de balance economicista.Pero se equivocaron. El ruedo estaba impracticable porque al parecer no había sido protegido del embate de las aguas y su superficie arenosa no había drenado como fuera de desear. Alguien se preguntaba cómo el Nobiliario Instituto propietario de la plaza que se gasta tan buenos dineros en pagar al pintor Barceló el cartel negativo que alzarían gustosos los antitaurinos,no invierte mejor sus caudales en proporcionar un suelo decente para los que se juegan la vida.
La mermada tropilla de areneros que luchaba una hora antes del comienzo anunciado del festejo con los charcos y los rincones esponjosos pronto abandonó decepcionado la labor. Y los volquetes que otrora aparecían con arena seca no llegaron esta vez. Todo parecía estar sometido a una decisión adoptada de antemano: la suspensión.
Y esta se tomó por el presidente en base a una interpretación correcta de lo dispuesto en el Reglamento que rige en la Comunidad Autónoma andaluza intentando que fuese comunicada al público que aguardaba en los graderios. Mas como los matadores, cuya opinión debe recabarse según el Reglamento citado, no habían manifestado su consentimiento, se opusieron a que la tablilla con el arcaico mensaje escrito a tiza fuese exhibida y en su lugar apareció otra que aplazaba el comienzo media hora.
No había transcurrido ésta cuando los espadas fueron sorprendidos por la autoridad y un nuevo y casi ilegible letrero en una segunda pizarra suspendía sin remisión la corrida.
Los tres matadores y sus cuadrillas aparecieron en el ruedo para que el público supiera que la decisión no era de ellos, sino de un presidente, Pulido, que, en una decisión discutible, la Delegación del Gobierno de la Junta de Andalucía lo sacaba del palco días más tarde.
Con la televisión de Canal Plus en directo estas peripecias hacen mucho daño a la fiesta de los toros, a Sevilla y a la Maestranza.
Ayer, sábado 27, la primera corrida de la extinta Feria de Septiembre, corregida por la lamentable ausencia de Manzanares con la sugerente presencia de Morante, también tuvo que ser suspendida a última hora. No hubo en esta ocasión desacuerdo alguno: los espadas, las cuadrillas y el equipo presidencial coincidieron: el ruedo estaba impracticable. Emilio Muñoz supuso que se creaba algún enemigo proclamando ante su micrófono de comentarista televisivo que la empresa había retrasado la orden a los empleados para que arreglasen la maltrecha arena habiendo dispuesto de tiempo sobrado desde que la lluvia cesase a las cuatro y media de la tarde.
Yo, que tampoco me quiero morder la lengua desde estos modestos renglones, sigo opinando que, en última instancia, hay otro responsable: la propietaria de la plaza a la que toca arrendarla en unas condiciones proporcionadas al servicio que ha de prestar lo que, evidentemente, no cumple.
Y, con ello, estos hechos desgraciados, que resultan irreparables, ya que la empresa no aplaza sino que corta por lo sano y se limita a suspender, deben servir para exigir en el futuro una adecuación del ruedo, acomodándolo al perfeccionamiento que la técnica constructiva avala hoy como exigible y no con la misma conformación que tendrían las calles sin adoquinar de la ciudad antigua cuando se edificó el coso en el siglo dieciocho.
1 comentario:
Antes se cambiaban de dia cuando llovia, pero desde que estan estos Sres regentando siempre se suspende y hoy va camino de lo mismo..... cuando lo que de verdad deberia de preocuparles es intentar realizar una reforma integral de los asientos de la plaza porque creo que, ademas de existir riesgo en caso de una desgracia, es la mas incomoda de España, aunque eso imagino dependera de los maestrantes. Saludos.
Pd.-Creo que existe el proyecto para lo que he mencionado arriba, pero deberian de acometerlo ya.
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