Y van seis. Y no se toma la decisión a las doce de la mañana cuando los abonados y el público que ya ha sacado su entrada pueden hacer otros planes, aunque el cielo esté tiznado de nubarrones negros y el ruego parezca una piscina, no señor. A esa hora se hace el sorteo parsimoniosamente y se espera hasta la hora de la corrida apurando los últimos minutos –Talavante apareció cuando faltaban pocos para el comienzo- y en ese momento se reúnen los toreros, se comprueba lo que ya se viene suponiendo, que la arena es una pista de patinaje y cuando ya han transcurrido sus buenos minutos desde la hora de comienzo se pasea ante los ojos del sufrido y antaño respetable público una pizarrita sobre cuya superficie se ha garabateado la fatídica noticia: el festejo queda suspendido por unanimidad de los espadas. Una frase que no suele ser cierta en su integridad porque siempre hay disensiones y que tampoco corresponde a la certeza por su causa directa. Se suspende por inoperancia de los propietarios y rectores del coso taurino.
Uno de ellos, Ramón Valencia, empresario de la plaza junto a Eduardo Canorea, se ha escudado en las particularidades históricas del coso sevillano para explicar la gestión de la Empresa Pagés: "En el siglo XXI existen los ordenadores – ha dicho- pero se torea como siempre y el albero tiene unas condiciones de ablandamiento especiales que, cuando llueve con fuerza, no permiten la lidia. El problema es del propio coso de La Maestranza, y es un peligro que ha existido siempre".
Pues, no. Se torea mejor desde que empezó a hacerlo Juan Belmonte. Y el problema del albero se resuelve hoy en un plis plas, gastando un dinero, eso sí, aplicando las modernas técnicas constructivas de drenaje de superficies.
Lo que pasa es que aquí hemos aprendido a justificar en camelo copiando lo peor de la casta de los políticos y a la afición que le den.
Diego Martínez, presidente de la Unión Taurina de Abonados ha mostrado su indignación por esa falta de respeto afirmando que La Empresa Pagés, ante la climatología incierta, no ha puesto los medios ni el interés necesarios para preservar el estado del ruedo. La plaza tenía un aspecto impresentable minutos antes de empezar la corrida y sólo había tres areneros con una carretilla arreglándolo. En pleno siglo XXI esto se debería solucionar"
También el abogado Joaquín Moeckel, asesor jurídico de Protauni cree que La Maestranza está anclada en el pasado y aboga – es su oficio – para que en Sevilla haya una megafonía y un buen drenaje, añadiendo que al igual que la plaza se ilumina con focos eléctricos y no con antorchas, podría instalarse un sistema de megafonía que no afearía en absoluto ni al edificio ni a la fiesta.También es verdad que nunca en cuarenta años de historia de la Maestranza ha habido seis suspensiones".
Un caudal de declaraciones, como se ve, de las que personalmente me han parecido más interesantes las dos que siguen. La primera de Fernando Cepeda,apoderado de Miguel Ángel Perera, "Yo lo que no entiendo es que el Reglamento obligue a suspender a las seis de la tarde y no lo pueda hacer a las doce de la mañana. Eso con las normas anteriores se podía hacer y creo que ahora sería muy útil volver a ellas para estos casos”
El periodista Federico Arnás opina que cubrir el coso con lonas no es la solución más eficaz: "Las teorías de la lona son controvertidas. Yo no se si ésta existe y, si se tiene porque no se utiliza. Hay expertos que consideran que ésta protege al ruedo y otros que opinan que con ella se acumula mas el agua y ésta al filtrarse lo empeora mas".
"Creo que los que tienen mucha responsabilidad en esto son los maestrantes. Deben buscar una solución cuanto antes sobre todo pensando en el aficionado y a tenor de lo sucedido este ultimo fin de semana".
Yo lo creo también. Lo dije en la “entrada” anterior y lo repito en ésta.
2 comentarios:
Vaya como esta la temporada taurina
Menos gastarse los millones en mamarrachos de carteles y más arreglar el piso plaza que les da de comer, es lo que tienen que hacer los maestrantes, que encima se creen que son lo mas importante de la Fiesta, los mamones.
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