Los habituales seguidores de estas “entradas”, coletazos profesionales de viejo periodista aburrido, saben de mi inveterada afición a los toros y deben suponer por ello que no hay retransmisión de corrida que no me cuente como impenitente espectador de primera fila de butacón casero.
Sentado esto y complementado con el agradecimiento que es justo manifestar a quienes hacen posible esta maravilla, aunque, en algún caso, debamos abonar un precio que nos parece hasta ahora adecuado, por beneficiarnos de ella, no sería inoportuno reflexionar un rato sobre diversos aspectos de su realización para desembocar, si es posible, en su mejoramiento.
Quiero decir con esto que me parece necesario e inaplazable abordar el perfeccionamiento de los equipos de profesionales, comentaristas, reporteros, realizadores, cámaras y especialistas de sonido para que el invento luzca cada vez con mayor esplendor.
Valen la aportación de numerosas cámaras… los aditamentos de las grúas con atrevidas plumas que llevan a los operadores con ambiciones de volar en globo a rozar el borde de las nubes… las cámaras superlentas… las repeticiones inmediatas de los momentos álgidos… y otros admirables adelantos de los que las televisiones que los emplean se muestran legítimamente orgullosas…
Pero se necesita más. El realizador de una corrida televisada debe ser no solo un profesional experto sino un reconocido aficionado. Toda corrida está llena de rápidas escenas que deben ser recogidas en su integridad: la segunda entrada del toro al caballo… su actitud y recorrido ante el capote del subalterno que lo lidia entre el primero y el segundo tercios… los terrenos que pisa el matador en la faena de muleta y, por supuesto, la secuencia entera de la suerte suprema, torpemente interrumpida en reiteradas ocasiones con inoportunos primeros planos de la punta del estoque o del rostro crispado del espada.
Los comentaristas deben ser eso… comentaristas. Nunca narradores radiofónicos de insufrible locuacidad tratando de describir, en lamentables ocasiones con verborrea ininteligible, aquello que los telespectadores están viendo con sus propios ojos.
Y conocedores profundos de los aspectos ocultos de la fiesta. Si la banda empieza a ejecutar un pasodoble, no basta con rubricar sus sones diciendo “suena la música”. Un espectador ingenioso podría responder con sorna: “menos mal; ya me preguntaba yo qué era ese ruido”
Cualquier especialista que se precie debe distinguir, apenas perciba los primeros acordes de la partitura, un “Ragón Falé” de un “Joselito Bienvenida” o de un “Ayamonte”… o un “Pepita Creus” de un “Churumbelerías” y, si me apuran, hasta conocer el nombre de sus autores y las circunstancias que se dieron para que fuera compuesto.
El toreo está colmado de sonidos y pausas insonoras. Llenar éstas con inadmisible inoportunidad cuando se deben a minutos de silencio, orlados con el luto de un recuerdo mortuorio, resulta, en ocasiones, absolutamente insoportable.
Creo que la mejor pareja de comentaristas ha sido la que formaron en la desaparecida Vía Digital y esporádicamente en la Uno de TVE Fernández Román y el maestro Roberto Domínguez, a quienes se les oía cuando se necesitaban sus acotaciones y callaban en el resto de los momentos del desarrollo de la lidia.
Luego se han incorporado a este quehacer parejas, tríos y grupos de narradores, avalados muchos de ellos con fructíferas trayectorias taurinas previas no siempre cercanas que hacen gala cada tarde de su incorregible torpeza.
Un cursillo de perfeccionamiento les vendría muy bien. Y, mucho mejor, una renovación, con agradecimiento a los servicios prestados, para evitar que se repita aquello del matador que decía al más torpe de sus banderilleros:
--- Tú no vas a venir más conmigo.
A lo que éste contestaba sin abandonar medrosamente el burladero
--- ¿Y tu te crees que te van a contratar otra vez?
3 comentarios:
Qué agradable sorpresa encontrarme, en este mundo nuevo para mí del blog, con el suyo. Leyéndole, parece que oigo su voz...y oír su voz es un regalo para quienes amamos las voces imprescindibles (la suya es una) de los grandes locutores. Quienes, además, saben lo que dicen.
Absolutamente de acuerdo en la maestría locutoria de Fernando Fernández Román. Pero, claro, en la televisión pública ya no se emiten corridas y nos privaron de ese placer.
Luego creo leer entre líneas (a riesgo de equivocarme) una referencia a las locuciones taurinas que se llevan a cabo en una televisión autonómica (no señalaremos directamente, que eso no es elegante). Insisto, asumo el riesgo de la equivocación, pero esas retransmisiones dejan mucho que desear. Hace tiempo que lo discuto con mi padre, pero no tengo modo de convencerlo. Al final, reímos...mi padre es también mi ídolo y lo dejo estar.
Siempre ha sido, es y será usted, para mí, un gran maestro.
Un saludo.
Evidentemente, de los que conozco, Fernandez Roman, ha sido el mas grande.Un currista convencido y que se le notaba hasta la medula cuando el Maestro desplegaba el capotito. De los de la "nuestra", mejor ni hablamos, sin embargo el programa semanal me gusta bastante, te enseña el toro en el campo que es una cosa que muchos no tenemos la suerte de vivir.No se maestro, si alguna vez llego usted a retransmitir alguna corrida de toros. Saludos.
Pd- Leyendo las entradas del dinero y las cofradias, tengo nuevo idolo en Jordi de Triana.Vaya nivelazo. Felicidades a todos.
Gracias a juanma y a ñoño. Es un honor tenerles como lectores. Y de acuerdo con ambos.
Sí,en efecto,he transmitido corridas de toros,por radio en la Cope,Radio Minuto,Cadena 16 y en Radio Voz y en TVE precisamente con Fernández Román y en CRN Giralda.
Nivelazo el de Jordi.De acuerdo igualmente.
Saludos muy cordiales para todos.
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