CRN Giralda, la televisión local en la que suelo colaborar hablando de toros,alberga el proyecto de dedicar un espacio de su programa de Semana Santa a los toreros cofrades y recaba mi ayuda.
El toreo como juego entre la vida y la muerte siempre ha generado ejercitantes
creyentes. El continuo desafío de los dos puñales de un cornúpeta empujados por la irracionalidad ha llevado a espadas y subalternos a ser conscientes de la posibilidad real de hallarse en riesgo cierto de perder la vida en cada corrida y eso es una razón de muchísimo peso para implorar la protección del Cielo.
Conocidas y divulgadas son las escenas de los hombres vestidos de luces musitando oraciones de urgencia ante las estampas de las imágenes de su devoción situadas en altares efímeros montados en las habitaciones de los hoteles, como asimismo sus primeras visitas a la capilla cuando entran en la plaza.
Y, si se tiene la oportunidad de asistir a ese ritual que es la ceremonia de vestir a un torero,se observará cómo muchos hacen pender de su cuello una cadenita con la imagen de la Virgen del Rocío.
En Sevilla la inclinación devocional de los lidiadores acerca de las imágenes pasionales se polarizó en dos sectores, el de San Bernardo y el del Baratillo.El primero con la cofradía radicada en la Iglesia del mismo nombre, la del Cristo de la Salud y la Virgen del Refugio por hallarse en la circunscripción del matadero, inicial escuela de tauromaquia desde los albores de la Fiesta Brava. El segundo por similar causa al encontrarse cerca de la plaza de toros.
Conocido es, pues. que de la cofradía torera, sobre todo del sevillano barrio torero por excelencia, han sido y son hermanos toda la saga de los Vázquez: Pepe Luis, sus hijos, su difunto hermano Manolo…También, el admirado Diego Puerta.Y en el siglo XIX, el legendario Antonio Sánchez “El Tato” que, además, fue Hermano Mayor de la corporación. Tal vez Antonio Carmona, “El Gordito” que siguió sus pasos, igualmente perteneciera a la hermandad, pero no he confirmado el dato.
En cuanto al Baratillo, la constatación documental la suple una cartela que pueden leer los visitantes de la pequeña capillita del Arenal al pie de una imagen de San José que dice “Este Santo Patriarca se hizo y se colocó en este altar a devoción y diligencia de José Delgado Yllo,en 19 de Marzo de 1774 años”
En la actualidad Eduardo Dávila Miura y Francisco Rivera Ordóñez son los toreros cofrades más conocidos. Eduardo es cofrade de la Macarena, de la que su abuelo materno fue Hermano Mayor y a la que han pertenecido numerosas figuras de la torería empezando por Joselito El Gallo,que fue consiliario en su Junta de Gobierno, Ignacio Sánchez Mejías o Pepín Martín Vázquez.
La otra Esperanza, la de Triana, cuenta entre sus hermanos a Emilio Muñoz y a Francisco Rivera Ordóñez, perpetuando la estela de devoción de su padre, y de su abuelo, Antonio Ordóñez, que igualmente manifestó profunda devoción por la Soledad de San Lorenzo.
Otros toreros que también se han dejado ver en la Semana Santa, en Sevilla o en otras ciudades, han sido Curro Romero y Ortega Cano, que han desfilado con la Macarena. Con esta cofradía también han procesionado los matadores Morante de la Puebla y El Cid; El Tato lo hace todos los años en las hermandades de Zaragoza y Pepín Liria en Murcia en la que también procesiona el matador Pepín Jiménez. El Juli lo hace en Madrid y los Chicote en Granada.
Juan Belmonte sintió especial pasión por El Cachorro; Chicuelo y Manolo Vázquez, entre otros muchos, por El Gran Poder; Manolo González y sus hijos, por la Trinidad; y los gitanos desde Cagancho, por la señera cofradía que ampara a los de su raza en la Madrugada.
Son trazos breves, que, al final, me han salido más largos de los que quisiera para resumir un hecho incuestionable: la fe de los toreros.
1 comentario:
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