El equipo médico de la enfermería de la plaza de las Ventas se está ganado el sueldo este año. Seis toreros han ido para el quirófano en la primera decena de festejos celebrados en la Feria de San Isidro: Abellán, Gimeno Mora, Iván Fandiño,Bolívar, Rafael Cuesta y Antonio Ferrera. Cuatro matadores y dos banderilleros.
Esto no quiere decir que los heridos se muevan entre los vaivenes de las torpezas.Son hombres preparados y dispuestos que consagran al ejercicio de esa hermosa profesión que es la de ser torero todos sus esfuerzos durante el año. Y la tienen aprendida con demostraciones fehacientes a lo largo de sus trayectorias.
Tampoco supone que exista un maleficio ya relegado a las películas de terror, pero desterrado de la sociedad inteligente del ordenador y el teléfono móvil.
La explicación es muy sencilla.El toreo, el auténtico toreo, sigue siendo una profesión de alto riesgo cuando sale por los chiqueros el verdadero toro. Y deja de serlo cuando en los corrales se reúne una piara de animales con cuernos, hijos del fraude y la especulación.
Mientras en Madrid ese animal irrepetible que es el toro bravo hace honor a su especie y aparece sobre la arena despertando miedos taladrando tableros con sus cuernos afilados que permanecen indemnes, en Jerez, por ejemplo, cuya Feria del caballo coincide con la madrileña, se lidian cornúpetas que en la afortunada expresión de Carlos Crivell, no pueden ser calificados de otra forma que de miserables. O sea, míseros, menguados, deplorables y, al final, desdichados como la fiesta misma que, con estos atentados a su pureza, se resiente disparando todas las alarmas.
Criticable puede ser el público madrileño, con amplios sectores teñidos por los titubeos y la vacilaciones de la ignorancia y con algún otro imbuido de ridículo protagonismo que alcanza hasta el límite de la insensibilidad de no valorar en su justa medida el esfuerzo y la entrega de un torero, Bolívar, capaz de volver a hacer el paseíllo con una herida abierta, fruto de una cogida en una tarde anterior.Pero también existen los tribunales de la sapiencia asentados en la afición auténtica y la sensatez. Y estos son los que imponen su criterio en las decisiones que marcan el rumbo de la que quiere seguir siendo llamada primera plaza del mundo.
Por eso en Madrid sale el toro. Y por eso tienen tanto peso las orejas cortadas en Madrid. (Sí. Ya se. Que me estoy olvidando de la que le regalaron a Tejela en la novena corrida. Un sector la protestó. Y la excepción confirma la regla).Y muchos de los espadas mediáticos del momento lo piensa mucho antes de ser anunciados en las Ventas.
Entre toros, medios toros y parodias taurinas nos movemos en la órbita actual del planeta de Tauro. Pero cuando las enfermerías se abren (y hay alguna que todavía permanece sin estrenar con una cornada seria) es porque el verdadero cornúpeta de lidia, redivivo desde las páginas de “La Lidia”, ha vuelto a saltar a la arena.
Ah. Y si este sale y los quirófanos permanecen apagados, mucho, muchísimo, mejor.
1 comentario:
Siempre tan acertado D Jose Luis
Publicar un comentario