Contemplando la foto de uno de los miembros del segundo escalón de nuestro actual gobierno que ilustraba una relevante noticia de la recaudación de impuestos me acordé el otro día de una chiquita que se sometió a las pruebas para ver si era contratada como presentadora en aquella televisión primitiva que tenía sus estudios en el sevillano Paseo de a Palmera.
Era monilla y daba bien y, por si fuera poco, siempre que terminaba de trasladar a las entonaciones de su voz uno de aquellos textos que había que leer mirando alternativamente a la cámara porque el servicial “autocue”, pantalla que hoy lo proyecta al lado del objetivo, aun no se había inventado, terminaba su intervención con una sugestiva sonrisa.
La contrataron en pruebas y entonces se descubrió el aspecto negativo de esta actuación.Porque cuando el texto hablaba de un premio o de un proyecto feliz, la sonrisa angelical iba muy bien, pero cuando se trataba de dar los muertos de un fin de semana en la carretera, le caía como a un santo dos pistolas.
Ante situaciones como ésta,he pensado siempre en la generosidad de nuestro idioma que dispone para el rostro adecuado a estos temas ingratos la llamada cara de circunstancias.
Esta es la que la guapita aspirante a presentadora no sabía poner ni el miembro de nuestro ilustre gobierno tampoco. Este señor se llama Carlos Ocaña y lo ha demostrado antes y después de comparecer en la Comisión de Economía y Hacienda en el Senado para explicar las perspectivas del déficit de las Administraciones Públicas para el 2009 y los efectos de la crisis económica sobre la recaudación tributaria. Una cuestión nada divertida como puede verse sobre todo porque en esa sesión Ocaña reitera que el Gobierno podría suprimir la deducción de los 400 euros en el IRPF en 2010.
Pero todo esto el relevante miembro gubernamental lo ha envuelto en una sugestiva sonrisa con la que incluso ha llegado a posar ante los objetivos de los fotógrafos.
Si, tras el reciente aumento de los gravámenes de los hidrocarburos y el tabaco,el secretario de estado de Hacienda reconoce que para el 2010 el Ejecutivo revisará el marco fiscal para compaginar los efectos de la crisis económica sobre la recaudación tributaria, el ciudadano medio se echa tembloroso la mano al bolsillo y si, encima, contempla cómo el señor Ocaña rubrica este negro futuro con una abierta sonrisa, no tiene más remedio que preguntarle:
¿Y usted por qué se ríe?
2 comentarios:
Me ha hecho usted recordar aquel chiste sobre el alumno que fue a un examen oral de física, y al ser preguntado por el catedrático sobre la composición del amoniaco, éste le respondió la formula y composición, pero al final apostilló con: y además, huele muy bien.
El catedrático, asombrado, mandó al ordenanza que trajese un bote de amoniaco, y le ordenó al alumno que después de abrirlo se lo arrimase a la nariz y aspirase con fuerza, tras lo cual, el alumno, con dos lagrimones corriéndole por las mejillas y con voz entrecortada dijo: ¡ea, po a mí me gusta!
Un saludo.
Parece que no fue chiste sino sucedido verídico. El gran Antonio Garmendía que, antes de consagrarse a su vocación de proyectista, dibujante y literato de incopiable estilo,hasta llegar a ser por méritos propios,tío de Carlos Herrera, lo situaba en su facultad de Químicas en la que se licenció y el alumno no olía amoniaco sino ácido sulfídrico que,como es sabido, huele a huevos podridos.
:muy oportuno su recuerdo.
Un cordial saludo.
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