Había un Marcelino en los cines y un Marcelino en Carabanchel. “Marcelino,pan y vino” en las pantallas. Marcelino Camacho,en la carcel. Lo primero era una ficción. Lo otro una realidad.
Me invitaron a la premiere de la película y me fui a ver al líder sindical apenas lo soltaron de la trena. Y en un momento y otro me impresionó la franqueza de dos miradas: la del niño al que conducía Fray Papilla y hablaba con el crucifijo en el desván y la del hombre maduro, curtido, al que esposaban los guardias sin que nunca traicionara su trayectoria al servicio del mundo obrero.
Como en la redacción de los informativos de Radio Nacional, el redactor jefe nos mandaba al grupo de jovencitos que veníamos de la Facultad de Periodismo en vez de haber sido estampillados como periodistas por el Régimen a entrevistar a los sindicalistas y a los políticos de izquierda, a Marcelino tuve ocasión de situarle ante mi micrófono en numerosas ocasiones.
Ahora, cuando su vida de esfuerzo y sacrificios ha llegado a su final, se mojan en la tinta de los elogios las más atinadas plumas. No soy quien para medirme con ellas y renuncio a la florida nota necrológica. Pero sí digo a los lectores de mi Blog que este hombre me impresionó siempre, aunque yo nunca milité ni en Comisiones ni en el Partido Comunista.
Estaba a tu lado y parecía que nunca se había movido de alli. Mirándote con una sonrisa bondadosa que escondía muchos sustos y mucha rebeldía y dispuesto a someterse a las preguntas y a la exigencia de ese dogal radiofónico que obliga a condensar las respuestas para ajustarse al tiempo marcado.
Aunque él decía que no era creyente, creo que se merece que los que afirmamos nuestra fe, elevemos al Cielo una oración por su alma.
1 comentario:
Aunque en algunas ocasiones he discrepado con sus artículos, en esta ocasión estoy de acuerdo con usted a pesar de que yo tampoco milité en Comisiones ni en el Partido Comunista.
Don José Luis creo que en un lapsus sin mayor importancia ha obviado a un Marcelino Martínez que iba para cura y que fue el autor del gol del triunfo de España ante la Unión Soviética, el mismo día que comenzaba el verano de 1964.
Hace bastante tiempo en una televisión, recuerdo una entrevista que le hicieron a Marcelino Camacho en su domicilio, creo que fue por motivo de su jubilación y me llamo poderosamente la atención el domicilio modesto de este hombre, era su nido familiar de toda la vida; aquellas imágenes se me quedaron grabadas para siempre.
Supe de sus años de cárcel en una España donde ser de izquierdas era poco menos que imposible de vivir, de su lucha en defensa de la clase obrera, y de su imagen con jerséis de lana de cuello vuelto que le hacía su mujer. Pero aquella entrevista en su modesta casa del populoso barrio de Carabanchel, un tercer piso sin ascensor, contrasta con la casa de Ignacio Fernández Toxo actuar Secretario General de Comisiones Obreras, que también a trabes de TV he podido ver y consiste en dos áticos unidos, todo un lujo para un sindicalista.
Aunque Marcelino Camacho como dice usted Don José Luis, decía que no era creyente, al igual que aquellos angelitos negros de Antonio Machín "También los quiere Dios" a Marcelino Camacho le pasará igual, porque su paso por esta vida ha sido todo un testimonio de humildad y sencillez, de igualda y libertad y de frases como aquellas por 1998 "El último informe de Cáritas señala que ocho millones de personas en nuestro país malviven en el umbral de la pobreza. Nadie medianamente humanista puede permanecer impasible" o "Cuando todo el mundo parecía disfrutar del estado de bienestar y del consumo habia gente que no tenía qué comer". Termino diciendo que este hombre sin ser creyente ha estado más alineado a las ideas de aquel Jesús de Nazaret que muchos creyentes.
Con mi respeto y admiración, saludos de Miguel Díaz
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