No hubo mejor definición para un cartel impactante que “un
grito en la pared”. Un fotógrafo con sensibilidad Daniel Ochoa de Olza ha
captado a Juan José Padilla calándose la montera momentos antes de iniciar el paseíllo
en un primer plano que es más que un grito: sube muchos grados y se convierte
en clamor… en alarido… o en recia voz enronquecida.
Estaba destinado a multiplicarse en miles de copias que
se fijarían en las paredes, en las carteleras ambulantes y en las banderolas
que se colgarían de las farolas a modo de anuncio para promocionar la última
edición del World Press Photo que tendrá lugar en Barcelona.
Pero no ha podido ser. Como en los peores tiempos de la
ausencia de libertades ha sido prohibido de inmediato por el Consistorio
catalán. No a causa del texto con el que la imagen sería acompañada, limitado a
proporcionar los datos de la muestra, sino por la imagen misma. Por el rostro
tenso del torero con el goterón negro de su ojo tapado…por las manos firmes
acoplandose la prenda de cabeza …por los antebrazos cubiertos por las mangas bordadas en oro de su chaquetilla…
Por todo. Y por nada. Simplemente porque se trata de un
torero y a los miembros del Consistorio
barcelones parece que les ha parecido una ocasión perfecta para seguir
ahondando en su desprecio a la fiesta brava.
Conviene recordar que la imagen vetada obtuvo el segundo
premio del prestigioso concurso el pasado año, y que es la elegida por el
Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) para publicitar la muestra.
Les da igual. Ellos a lo suyo que ya sabemos lo que es.
Si yo fuera Padilla les daba las gracias. A esa foto que
es como una poesía épica, que personaliza el heroísmo, el valor y la voluntad
indomable, se le haría un deshonor grande colgándola en algunos sitios.
Y, aunque parezca una paradoja felicito al autor de la
obra gráfica. Como suele suceder, las prohibiciones y las censuras resultan muy
publicitarias. La foto que no quieren ver los catalanes aparece hasta en las
portadas de los periódicos. Es lo mismo que ocurría cuando en la Sevilla del
Cardenal Segura el purpurado prohibia ir a ver “La Blanca Doble” porque era una
revista en la que las vedetes enseñaban demasiado. Al día siguiente se llenaba
el teatro San Fernando.
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