miércoles, 10 de septiembre de 2014

BOTIN,CON ENE Y CON I


Aunque uno, antes de internarse por entero en los vericuetos del periodismo, se atrevió a intentar desentrañar los misterios de la economía, hoy debe reconocer que por muchas vueltas que les dio a los tratados de los más sesudos estudiosos de la materia, siempre fue consciente de su ignorancia.

No estaba solo. A la mayoría de mis condiscípulos les sucedía otro tanto y al catedrático de la asignatura que se denominaba “Banca y bolsa” parecía darle lo mismo ocho que ochenta y cuando nos ponía un examen se dedicaba a leer el “Ya” que era un periódico sábana de la época que solía abrir cubriéndose pudorosamente cualquier ángulo de visión.

La operativa bancaria importante del país se circunscribía entonces a tres entidades, el Banco Central, el Banesto y el Hispano. Había otras, el Banco Andalucía, el Banco de Granada, el Coca… el Santander…

Este último aparecía tan vulnerable en el convulso mundo de las finanzas como los que le han precedido en la anterior relación. Pero atesoraba una diferencia con ellos: que sus destinos los regía un hombre Emilio  Botín. Un banquero distinto (su memoria no merece que le llamemos bancario, porque era mucho más). Preparado, con ambición, intuitivo y valeroso. 

Como es sabido ha muerto inesperadamente. Cuando se ha ido, ninguno de los bancos recordados atrás existe ya. Y al Hispano que en realidad se denomina Banco Santander, Central, Hispano, todos lo conocen como Banco Santander.

Su apellido Botín, que lleva su hija y heredera, termina en ene y en i. No es NI,NI, sino al revés.


Las autoridades de la materia nos advierten estos días que en nuestro país aumentan los “Ni, nis”, los jóvenes que ni trabajan ni estudian. Hay que invertir el orden de las letras. Aquí serán, sin duda, letras de cambio.

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