Escocia dijo que no. La negativa a dejar de pertenecer al Reino Unido se
impuso con más del cincuenta y cinco por ciento de los votos y una asistencia
tan masiva que rozó el record de participación.
Yo, en estos días y ante estas cifras, me he acordado de Pepe el escocés,
un personaje irrepetible, turista visitante periódico de la Feria de Abril en
aquellos ya lejanos encuentros festivos del Prado de San Sebastián.
Pepe (vaya usted a saber si era John, o Patrick o Willians) acudía religiosamente cada año, y fueron más de treinta, a su cita
con el Certamen ferial abrileño de la ciudad.
A pesar de tan repetidas visitas, no he conseguido muchos datos de él, salvo una biografía apócrifa y descacharrante que le escribió Antonio Burgos y solo me queda su recuerdo de personaje alto, esquelético y huesudo al que le caía mejor la falda escocesa que al príncipe Carlos, el viudo de Lady Di.
Me han contado que no era escocés, sino irlandés,
pero como por escocés se tenía, la pregunta hubiera sido obligada.
¿Qué hubiera pensado de esto Pepe el escocés?...
Y Pepe con su copa de manzanilla en la mano (aún no había invadido las
casetas el rociero rebujito) contestaría que lo mismo que todos aquellos que
van a lo suyo y saben que, desde los griegos acá, para ser auténticamente
democrático, el voto debe ser libre, directo… y secreto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario