miércoles, 17 de septiembre de 2014

LA DIFUSIÓN DE LA IGNORANCIA

  
¡Se dice cada cosa en esos mensajes que fácilmente se envían por Internet!
Lo malo no es ignorar sino presumir de no saber y dar por hecho que lo que se imagina es cierto. “La ignorancia es mu atrevía”, me decía Paco Buiza, sin que el genial escultor e imaginero carmonense se olvidase de su pronunciación peculiar.
El otro día lo recordé porque navegando a la estima por la pantalla del ordenador cayó ante mis ojos una de esas barbaridades. Nada menos que negar hoy la existencia de Jesucristo. Eso es lo que pasa cuando se repite hasta la saciedad y a destiempo el desfile de las cofradías y no se traspasa la frontera del solo de trompeta o el milagro de una buena levantá.
De por ahí fuera de Andalucía resultaba ser el arrojado comunicante al que quise responder de inmediato antes de que un requerimiento del móvil interrumpiese mi acción.
Iba a decirle que no existe ninguna figura histórica cuya existencia haya sido comprobada más exhaustivamente: lo mencionan los historiadores y analistas romanos Tácito, Suetonio y Plinio el joven. Lo describe a modo de retrato literario Josefo cuyo texto recoge un tal Agapio en el siglo X del que los árabes hacen una versión.(Josefo no duda en afirmar que sedujo al pueblo judío)…
Puede obtenerse en las fuentes rabínicas y Cesar Vidal ha escrito que “los últimos tiempos han sido testigos de la aparición de multitud de movimientos que, compuestos por judíos, han optado por reconocer a Jesús como Mesías y Dios sin renunciar por ello a las prácticas habituales del judaísmo.”

Tengo los Anales de Publio Cornelio Tácito y El ejemplar de Vidas de los doce  Césares del gran historiador Suetonio que se refiere a Claudio, donde habla de Jesús. A disposición de incrédulos pasados de moda.

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