Miré la vida con curiosidad. Como
debió hacerlo Chaves Nogales para trasladar sus impresiones a “La ciudad” o,
tal vez, como lo hiciera Cernuda en
Glasgow para sus primeros poemas en prosa.
No vi ni recordé lo que ellos. Ni muchísimo menos. Pero
advertí curiosas coincidencias en un poblador reciente, idéntico en su
diversidad y resistente en sus costumbres: el “Ni ni”. Terminé la última
“entrada” hablando de ellos. Voy a seguir ahora.
Sabido es que el denominado “Ni ni” es el ocupante
de un amplio sector de la ciudadanía, mayor de edad y en progresión imparable,
que debe su calificación a su comportamiento social: Ni estudia, ni trabaja.
El “Ni,ni” llega a la Consulta del Seguro
acompañando a su madre o a su abuelo y cuando estos toman asiento en las sillas
de espera, lo hace también, pero no se deja caer; se derrumba quedando en posición casi acostada.
Inmediatamente saca su Tableta PC y se sumerge en el correo electrónico o en
las redes sociales. Así, hasta que oye por altavoces el nombre del paciente.
De la misma forma procede en la peluquería o en
cualquier sitio donde tenga que guardar cola y disponga de silla resistente
adecuada para ser convertida en un chaise longue.
Creo no estar equivocado si digo que los “Ni nis”
toman asiento, o se recuestan, a la romana. Y, tras haber hecho este
descubrimiento, cierro “Ocnos” y “La Ciudad” y devuelvo los dos libros
cuidadosamente al lugar que ocupaban en mi biblioteca.
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