En este caso es de más.
Cada último fin de semana de octubre, coincidiendo con la madrugada del sábado
al domingo, a las tres son las dos
porque entra en vigor lo que se conoce como horario de invierno.
¡Qué
alegría, qué ilusión, qué gozo! Una horita más. Recuperamos de esta forma lo que se
considera la hora oficial de España y otro año la parienta y la prole infantil
volverán a preguntar a qué viene eso y uno tornará a ponerse serio y campanudo
para explicar que detrás del cambio de hora se encuentra el ahorro energético y
que, según datos del Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la
Energía, éste puede llegar hasta unos trescientos millones de euros, cifra sin
duda significativa que cuesta imaginar a pesar del entrenamiento que tenemos
estos días cada vez que la tele o los periódicos nos informan del dinero que se
ha llevado el clan de los Pujol.
Si continuáramos con el
horario de verano dentro de poco no se haría de día hasta pasadas las nueve de
la mañana, cuando la mayoría de centros de trabajo e industrias que quedan ya
están abiertos.
Lo que se busca a fin de
cuentas es hacer coincidir lo máximo posible las horas de luz solar con el
horario laboral, para lograr de esta forma un mayor ahorro energético, y de
paso, y no menos importante, reducir las emisiones de gases contaminantes para
que no se enfaden los técnicos de las estaciones de ITV.
La hora de más aparece entre el sábado veinticinco y el
domingo veintiséis. La de menos llegará en marzo.
En esta segunda alteración del reloj será como si viajáramos por
avión camino de Grecia. La que llega ahora como si voláramos poniendo rumbo a
Lisboa.
Así se lo explicaré a Marta y Manolete que son los nietos que
tengo más cerca. Supongo que me entenderán sin aburrirse.
1 comentario:
Cambio aquel, que será en Domingo de Ramos. Ay que ver... el día más esperado del año y sólo tiene 23 horas. Qué fastidio me da!
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