domingo, 12 de octubre de 2014

RE-QUIEN POR LAS CAJAS DE AHORROS


 Antes de que fuese derribado el Muro de Berlín estuve en Alemania y, degustando una cerveza negra acodado en un bar de la strasse, me dijo Gustavo Herrera, un periodista centroamericano que trabajaba allí y me acompañaba como guía que, cuando restaurásemos la Democracia, que tanto deseábamos en aquella época, llegaría un momento en que a los políticos les daríamos la espalda en la barra de los bares.

Lo que entonces me pareció una exageración latina justificada como gato escaldado por la experiencia de periodista cansado de calarse las gafas ante la corrupción de los gobernantes de su país, ha llegado al nuestro y la más diáfana constatación la aporta el monumental escándalo de las tarjetas opacas de las Cajas de Ahorros.

No solo rectifico, sino que aumento el vaticinio anterior. Se han hundido ellos solitos. No son todos, Dios me libre de generalizar injustamente, pero son muchos. Y de todas las formaciones. Y a los políticos se añaden los sindicalistas y los directivos empresariales a quienes se ponía como ejemplo de eficacia.

Las Cajas de Ahorros nacieron como derivación mejorada de la actividad financiera de los Montes de Piedad y estos a su vez del benéfico propósito de proteger a las capas más vulnerables de la sociedad de la voracidad de la usura.

Fueron, por tanto, instituciones de asistencia privada dedicadas, desde mediados del siglo dieciocho, al financiamiento social.

Hasta que llegaron los presuntos servidores de la cosa pública y cambiaron la orientación de sus brújulas encarándolas a su propio beneficio.

Así se ha llegado al momento actual en que no hay día en que la prensa no cese de sorprendernos aportando datos del fenomenal expolio.

Directivos, políticos nacionales y de comunidades autónomas y cargos sindicales protagonizan un vergonzoso despilfarro cometido durante años al utilizar las Cajas para viajes caros, retiradas de grandes cantidades de efectivo o estancia en hoteles de lujo, que en ningún caso se podrían justificar en función del trabajo y el cargo que desempeñaban en las entidades financieras.

Réquiem por las Cajas de Ahorros. Se las han cargado. Y ahora hay quien propone crear un banco autonómico con carácter de nacional.


¡Le digo a usted que…!

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