Amargaito se ha debido pasar el secuestro de los cuarenta y siete días del atunero Alakrana el marinero de Isla Cristina al que me referí en la “entrada” última, vedada la relajante posibilidad de alumbrar sonrisas en los rostros de sus compañeros contando chistes de su vecina Lepe.
Solito el pobre entre ocho vascos, siete gallegos y el resto de donde Jesucristo perdió el gorro, dicho sea con marinera irreverencia: ocho de Indonesia, cuatro de Ghana, tres de Senegal, dos de Costa de Marfil, dos de Malasia y uno de Islas Seychelles.
Y su madre, Hermelinda, tan feliz de que su hijo, uno de los dos tripulantes que, según se divulgó en noticia alarmante, fueron conducidos a tierra por los piratas, hubiese vuelto al barco sin desdoro.
No se lo que pensará ahora porque resulta que si bien la bonita de la mochilita, es decir la ministra Chacón afirmara con contundencia que eso había sido así y que ella empeñaba hasta su sonrisa de Profiden para ratificarlo, los hechos la han desmentido.
Todos estos tripulantes han desembarcado ya en las Islas Seychelles y los gallegos se han reencontrado con los familiares que les esperaban. Los vascos,no porque sus parientes han rechazado el ofrecimiento del Gobierno que les ponía un avión de la Fuerza Aérea a su servicio.
Tampoco han colocado ningún cartel dando las gracias por la solidaridad que ha demostrado hacia ellos el pueblo español. Ni siquiera con Ezkerrik asko! o “eskarricasco”,según se pronuncia, que creo que significa “muchas gracias”
El marinero de Isla Cristina no debe entender muy bien esto. O, ¿Quién sabe? Tal vez sí. Mejor que el resto de los españoles que, con cara de imbéciles, habremos pagado el rescate aunque Caamaño, titular de Justicia, diga que España “como pais” no lo ha abonado. ¿Qué significa eso?
El pirata "Willy" quiere casarse en España.
El marinero de Isla Cristina debe pensar que estos son otros chistes que le guardamos para canjearlos por los suyos.
Y debe llevar razón.
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