Aventuraba yo la sospecha de que algún marinero de Lepe estuviera entre los retenidos contra su voluntad en el secuestro del “Alakrana”.
Me puse a revisar la listas de los afectados y encontré que 16 de los 36 marineros eran españoles (ocho vascos, siete gallegos y un andaluz), mientras que los restantes procedían ocho de Indonesia, cuatro de Ghana, tres de Senegal, dos de Costa de Marfil, dos de Malasia y uno de Islas Seychelles.
Cogí el hilo del ovillo de ese andaluz que se hallaba en el grupo hispano, con los vascos y los gallegos y disfruté un montón cuando, en la secuencia de las manifestaciones de la parentela de los secuestrados requiriendo noticias del enmudecido gobierno, la prensa decía que la madre del tripulante del atunero vasco 'Alakrana', natural de Isla Cristina (Huelva), Ermelinda de los Santos, se mostraba muy contenta de que su hijo, uno de los dos tripulantes que fueron conducidos a tierra por los piratas hubiese vuelto al barco.
Ea.Pues ya lo tenía. No era de Lepe,pero sí de muy cerquita, de Isla Cristina.Su madre se llamaba Ermelinda y él Francisco Valavés. El buen humor no habrá faltado a bordo de la nave en peligro aun en los momentos más difíciles del prolongado secuestro de los cuarenta y siete días.
Ya es un consuelo. Porque la gracia de Lepe se extiende como mancha de aceite por el contorno inventor de los chistes que toman su titulo de la misma población y los marineros son conservadores tradicionales de dichos y sentencias.
A Ofito Ruiz, un viejo lepero con muchísima gracia, de cuyas ocurrencias bebieron los hermanos Summer para muchas de sus películas, le agradaba su compañía y solía rodearse de alguno de ellos en sus largas correrías ociosas de jubilado con algunas perrillas por esos bares típicos a los que en Jerez llaman tabancos.
Las “jumeras” las compartía con su acompañante al que, cuando se despedían, solía rogarle que aceptara una cantidad equivalente al sueldo que ganaría el hombre al siguiente día.
Lo apoyaba con un argumento convincente:
-- Mañana te quedarás dormido y no podrás ir a trabajar. Y así tendrás contenta a la parienta y no te prohibirá que te emborraches conmigo.
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