lunes, 16 de noviembre de 2009

Don José,más que un cura.

Se vistió de luto a la Macarena cuando murió Joselito el Gallo y de luto se ha vestido la Virgen del Refugio porque ha muerto su párroco, don José Álvarez Allende.

Nadie ha tenido que ponerle las ropas luctuosas.Como esperando la fatal noticia con delicada intuición de Madre, la Virgen estaba vestida ya así en el momento del óbito. Cuidando la presencia y adecuándola a la circunstancia, como lo hacía el ejemplar sacerdote cuando le veíamos desfilar,cada Miércoles Santo, con la vara en la mano en la delantera del hermoso pasopalio de la Señora: borla morada en el bonete, como párroco por oposición, plaza que había conseguido seis años después de su llegada a la ciudad, dentro de una estética en desuso, completada con manteo de merino doble y guantes negros, a los que se unía la sotana morada por ser prelado de honor de Su Santidad, una distinción que pocos sacerdotes ostentan actualmente.

Conocí a don José hace mucho tiempo. Cuando José Luis López Murcia, Aurelio de la Viesca y yo hacíamos los programas benéficos en Radio Nacional. El barrio era entonces un reducto cerrado de desolación y miseria. Los corrales de vecinos en condiciones infrahumanas caracterizaban la estampa de aquel San Bernardo de edificios casi hundidos donde más de diez millares de personas vivían hacinadas en hogares en los que reinaba el analfabetismo y la pobreza y de donde recibíamos numerosas peticiones de ayuda.

Pronto tuvimos en don José, leonés venido al sur por problemas de su delicada salud de hierro, un interlocutor valioso que ,apenas puso los pies en el arrabal, se consagró a la tarea de construir una guardería a la que siguieron unas escuelas para niños, que luego fue colegio concertado y talleres profesionales para las mujeres más desfavorecidas. Una auténtica innovación en aquellos tiempos como medida eficaz para luchar contra el desempleo.

Pero no abandonó por ello su misión pastoral.Y, como ha declarado el sacerdote Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp, cuya familia le tuvo como director espiritual , “ante la escasa presencia de personas en la parroquia celebraba las misas en los corrales de vecinos para atraer nuevos fieles”. Y esta preocupación por abrir la Iglesia a las capas sociales más desfavorecidas también la demostró cuando eliminó las diferencias de ornamentos en la celebración de los sacramentos.Con los mismos oficiaba las ceremonias de los ricos que las de los pobres a los que nunca cobró nada.

Don José se adaptó con facilidad a las directrices emanadas del Concilio Vaticano segundo y a las normas no escritas de esta difícil ciudad que es Sevilla a una de cuyas cofradías se vinculó estrechamente, la de su Parroquia de San Bernardo, que hoy llora su desaparición como el barrio entero.

2 comentarios:

No cogé ventaja, ¡miarma! dijo...

Sí, es verdad que fue un gran Sacerdote y un buen hombre.
Se preocupó muy mucho de los desheredados. Mi padre, a través de su profesión de albañil, tuvo mucho contacto con él y siempre hablaba maravillas de ese hombre.
Dios lo recoja en su santa Gloria.

Híspalis dijo...

Según mis informaciones, descansará eternamente a los pies de su Iglesia de San Bernardo.

Un fuerte abrazo querido profesor.
PD: Tengo puesto su enlace desde hace meses en mi blog, si ve oportuno incluir mi dirección de bitácoras en su lista de enlaces sería para mi todo un honor. Muchas gracias de ante mano.