martes, 24 de noviembre de 2009

Minuciosa Hacienda.-

Oído al parche. Si usted es un prejubilado que hubo de abandonar su empresa empujado por un ERE y no tuvo más remedio que proteger las perrillas que le dieron en algunas inversiones inmobiliarias protéjase sin demora con escudo antimisiles.

Usted por ese hecho elemental acaba de convertirse en objetivo prioritario de los miles de técnicos especializados en las declaraciones fiscales que pasarán por alto los grandes fraudes, los desarrollos urbanísticos ilegales y las grandes fortunas puestas a salvo en productos financieros o tras el valladar inexpugnable de los bufetes de los asesores expertos en el Fisco, pero que mirarán y atisbarán con lupa su declaración y ¡ay de usted y de su familia si encuentran el más mínimo error administrativo!

Hacienda hoy no investiga nada de lo grande. Le asusta lo complejo. O sus técnicos están tan sometidos que temen reacciones desmesuradas de sus mandos, como la que dicen que ha habido con el teniente (teniente de navío, o sea capitán, en la terminología de la Armada. Algo más que un cadete recién licenciado en la Academia) que disparó contra el pirata.

Lo ha declarado el secretario general del Sindicato mayoritario en el Gremio de los Tributos, José María Mollinedo afirmando que toda su actividad correctora "está centrada en el pequeño contribuyente, en las pequeñas irregularidades de los autónomos".

Si esto no fuera así y la investigación menor dejara de producirse consagrando sus esfuerzos a las grandes operaciones de especulación o engaño, la Agencia Tributaria podría reducir en diez puntos porcentuales las bolsas de fraude y la economía sumergida en España, para situarla en niveles similares a los países de la Unión Europea y ello supondría, según el sindicato, aflorar cerca de 90.000 millones de euros y recaudar anualmente unos 25.000 millones adicionales, que servirían para aliviar el déficit público.

Queridos jubilados, compadecidos autónomos, contribuyentes paupérrimos…ojito con asomarse al borde de la trinchera. Un paciente funcionario de la Agencia Tributaria estará esperando enfrente con las leyes y los Reglamentos como tubos lanzagranadas o cañones sin retroceso dispuesto a cumplir los dictados más incomprensibles de la política social.

Y mientras tanto los propietarios de esas cédulas donde se refugia el dinero y con las que no se atreven estos diligentes servidores del poder, tan tranquilitos tomando el sol en la borda de sus yates de recreo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

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