“Dicen que no son tristes las despedidas…”
La letra sigue, recomendando a quien tal afirma que lo pruebe en sus mismas carnes, que se despida.
Las despedidas son tristes siempre.Aunque se haya programado el reencuentro.
“No te vayas, todavía, no te vayas por favor...” le cantamos al Papa polaco que vino a vernos con la letra inspirada de la conocida sevillana.
Y los adioses son, si cabe, más desoladores y nostálgicos si nos despedimos de un cargo al que llegamos pletóricos de ilusión con un saco de proyectos.
En los últimos días han tomado posesión de sus responsabilidades y representaciones no pocos de los hermanos mayores de nuestras cofradías de penitencia elegidos en las últimas votaciones a Junta de Gobierno.
Hombres nuevos que relevan a los que han venido ocupando hasta ahora la alta magistratura de cada hermandad, en algunos casos dejándose la piel en el empeño, hasta agotar los mandatos que permite la vigente regulación normativa.
En la prensa tradicional y en los portales de Internet menudean sus fotos, sus gestos de triunfadores, sus miradas desafiantes al futuro que les aguarda…
Yo me he acordado en cambio de los que estaban, de los que se van. Y no he visto ningún recuerdo gráfico. Es como si se quisiera que pasaran de tapadillo. Y no se, si en todos los casos se ha descrito con el pormenor necesario lo que cada uno ha hecho; pero me parece que no.
Sí, ya se, que las elecciones suelen llevarse a cabo en Cabildo abierto y que este se inicia con la lectura por parte del secretario de la memoria del año. Pero un año no son tres años. Y, menos, seis años. Y en una memoria, con la premura del tiempo y la tensión del momento, no se puede matizar todo en el inevitable baile de hechos, cifras y circunstancias.
En una memoria por larga y prolija que sea no cabe la zozobra del hermano mayor cuando se desconocía si iba a ser positiva su consulta en Cabildo General para aceptar la presencia de las hermanas nazarenas… en una memoria no cabe el valor que hubo de acopiar para esa firma de su puño y letra que comprometía a su hermandad en la casa nueva… en una memoria no cabe la paciencia derramada en el trámite largo de la burocracia precisa para acometer la obra social…
¿Y cómo van a caber en el escrito frío e informal expedido por la impresora las lágrimas en el Tanatorio mezcladas con las de la viuda del colaborador antiguo ahora acartonado en el féretro con la túnica puesta por última vez y la medalla al cuello?
No. Todo eso no puede caber ni en una ni en mil memorias leídas despacio por una sucesión de secretarios ordenados y solemnes en el Cabildo General.
Eso, el hermano mayor,… Ignacio Camacho, por ejemplo, uno de los mejores hermanos mayores que ha tenido mi Hermandad del Calvario , se lo lleva a su casa cerquita del corazón o dentro mismo de la víscera cardiaca, sabiendo que tal vez no se lo agradezca nadie como debiera o que otros puedan apropiarse de los éxitos que únicamente su acertada gestión supo conseguir… Pero no importa. No hay crónica ni pergamino miniado que lo pueda recoger….
Porque la medida de su entrega, sus esfuerzos y su sacrificio solo la conocen su Cristo, su Virgen y él.
1 comentario:
Aún siendo idílica esta entrada, me quedo con la entrada del 20 de junio "Balance inacabado de un hermano mayor", que lamentablemente se ajusta mucho más a la realidad.
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