Creo que no se va a poder evitar. Ese desbordamiento de identidad nacional con abundante flamear de banderas rojigualdas, que se vivió ayer para recibir a la Selección ganadora de la Eurocopa y se repetirá hoy con la recepción que presidirá su Majestad el Rey acompañado por José Luis Rodríguez Zapatero, aparte de acabar con las existencias de bicarbonato en las farmacias de las collaciones donde habitan los políticos nacionalistas, va a originar también que pase inadvertida la incorporación a una serie que emite una de esas televisiones que han emergido recientemente del que dicen que es el mejor humorista de España.
Han leído bien. El mejor. Ganó un concurso titulado “El Rey de la Comedia” y ya es el mejor. No hay otro. No hay quien sea capaz de hacer reír con más ganas. Ni que resulte más original.Ni más gracioso.Ni más divertido.
Por eso su inclusión entre los intérpretes de la serie se ha vendido como un acontecimiento que afecta a la nación entera.
Pero no contaban con esto. Y esto es que la historia de España, una de las tres más importantes de Europa, junto con las de Francia e Inglaterra, de vez en cuando vuelve por sus laureles y se incorpora plena de majestad y de grandeza saliendo de ese forzado letargo en que se empeñan en sumirla aquellos que cuentan sus hazañas deformadas o falsas a la chiquillería colegial.
En los planes de estudio vigentes se puede enseñar a los niños la historia desmesurada o inventada de sus regiones mientras se oculta o se pretende sepultar la crónica áurea de esta nación invencible. Y tiene que venir el fútbol hispano, engrandecido y triunfante en el contraste internacional, para que se reverdezca este sentimiento patrio que ningún político sectario es capaz de arrancar del corazón de las gentes.
Hoy por tanto seguirán ondeando las enseñas bicolores. Hoy se vivirá otro acontecimiento español.
Y, mientras tanto, el mejor humorista del país tal vez pase inadvertido a pesar de que su espectáculo “Vamos a dejarnos de hostias” cuentan que lleva más de trescientas representaciones.
Encontré un fragmento de este genio en You Tube y me dispuse a verlo con la misma paciencia con que recibo las pretendidas gracias de ese señor tan serio y con cara de tan pocos amigos que se hace llamar el Gran Wyoming.
Lo vi. Saqué en conclusión de que esta nación es tan grande y tan bondadosa y comprensiva que hasta se ríe con cómicos como ese. Y tuve que tranquilizar a mi mujer que, cuando me encontró ante el ordenador y miró mi cara preguntó alarmada:
-- ¿Te ocurre algo?
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