¿Qué estamos en crisis?... ¿Quién dice eso?... Personalmente creo que todavía, no. Tal vez llegue y la suframos entonces; pero, ahora y mientras se quede en los papeles de los periódicos y las exclamaciones de alarma de los que dicen que saben, que a saber si es de verdad, la crisis está lejos.
Y con este razonamiento decidieron emprender un turismo vacacional. Los dos frisando la edad peligrosa de la madurez… con los niños, un hombre y una mujer, porque tuvieron la parejita, que ya habían crecido como era natural, bien casados, o, por lo menos, bien encajados con eso de la pareja estable que, según algunas opiniones, gana en equilibrio y permanencia a las de las Guardia Civil ¿por qué no dar el paso?... ¿Cuándo llegue la hora del Inserso?... Los viejos no se atreven a viajar más allá de las playas de Gandía o de Roquetas… Si queremos salir al extranjero tenemos que hacerlo sin más dilación.
Y se fueron a la agencia de viajes y expusieron su criterio. El empleado, conocido y de toda confianza porque era sobrino de la hermana de la cuñada de Fernando el panadero, con el que la mujer mantenía esa relación larga y de fidelidad sin fisuras sustentada en comprarle dos bollos y una viena todas las mañanas, extendió sobre la mesa el abanico multicolor de los trípticos y desplegables con sugerentes fotos de los más ideales destinos turísticos que habían sido seleccionados en la campaña de verano y se ofreció para recomendar algunos de los mejores a su juicio.
Dijeron que no. Y tenían libertad para hacerlo. El empleado, como sobrino de la hermana de la cuñada de Fernando el panadero, merecía esa prueba de amistad y secretismo.
Deseaban llevar a cabo una excursión diferente. De esas en las que no cabe encontrar casi todas las caras conocidas del autobús de la mañana… del recorrido por la calle Sierpes… o de la cerveza fresquita en el Tremendo a la caída de la tarde. Algo singular, diferente y único.
-- ¡Pues ustedes me dirán!, ofreció obsequioso el empleado, sobrino etc.etc.
-- ¿Puede ser a Afganistán? , inquirió él con tímido entusiasmo.
-- No. Repuso de inmediato el empleado, conocido de la pareja por eso de que era sobrino de la hermana de la cuñada de quien es sabido. No.
-- Pero si fue esa chiquilla tan mona, tan sonriente y con esos andares tan de pasarela que es la ministra Carme Chacón cuando estaba embarazada…
-- Pero ustedes no tienen que visitar al Ejército.Ni yo tengo un avión de combate para que hagan el vuelo. No pueden ir. Ni a Afganistán, ni al Chad, ni al Congo, ni a Irak, ni a Cisjordania y Gaza, ni a Papúa, ni a Somalia,ni al Yemen .
-- ¿Y a Liberia o al Níger… podemos?
-- Tampoco, repuso el muchacho ya un tanto reticente. Ni a Arabia,ni a Argelia,ni a Costa de Marfil,ni a Burundi,ni a Pakistán ni a Haití.
La pareja cruzó una tierna mirada de decepción comprensiva. El empleado seguía argumentando.
-- Son los países más peligrosos. Ochenta destinos de riesgo en los que las molestias pueden ser continuas.Les pueden robar… quemar el coche… asaltar hasta en horas diurnas…
Siguieron las miradas y concluyó sabiamente él.
-- ¿Pues sabe usted lo que le digo?... Que para eso nos quedamos en el barrio.
Y así lo hicieron y empezaron a ahorrar que dicen que es lo que hay que hacer ahora aunque el Gobierno se empeñe en no dar ejemplo.
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