Como para volverse loco. Los periódicos manejan unos términos que a un amigo de pueblo que tengo yo lo traen medio majareta. No desaprovecha ningún encuentro conmigo para ponerme en el brete de repasar esas nociones antiguas que guarda el cerebro de uno a saber en que ignoto rincón y sacarle de dudas.
-- Las cuentas públicas han vuelto a los números rojos. ¿Y eso qué es?...
-- Que no hay dinero, le digo.Como cuando tu banco te devuelve el recibo del Corte Inglés porque tienes la cuenta a cero.
-- ¿Y eso no lo arregla el PIB?...
-- No. El PIB es el producto interior bruto.
-- ¿Bruto?... Como los de mi pueblo.
-- No. El PIB es la suma monetaria de todo lo que produce el país, en bienes y servicios durante un periodo determinado incluyendo lo que producen las empresas extranjeras siempre y cuando lo hagan dentro del territorio nacional.
-- Ya. Y la Balanza de pagos ¿qué es?
-- Un documento contable en el que se registran las operaciones comerciales, de servicios y de movimientos de capitales, llevadas a cabo por los residentes en un país con el resto del mundo, durante un período de tiempo determinado.
-- ¿Y la balanza fiscal?
Aquí eché el freno. Respiré hondo. Me acordé de todos los andaluces que tuvieron que subir a Cataluña en busca de trabajo y que vaya usted a saber si tendrán que volver a hacerlo según como van las cosas y que la han llenado de apellidos tan catalanes como Montilla o Chacón, y no pude evitar empezar mi respuesta asperamente diciéndole:
-- ¡Un desastre! Como si los bomberos se dedicasen a echar gasolina al fuego. Algo que tiene mucho que ver con la financiación autonómica, y que ya ha empezado a emplearse para alimentar un debate perverso: el que divide el país en la España rica que no quiere pagar, sino que le den más, y la España pobre a la que se le cuelga el sambenito de subsidiada.
-- ¡Aja! – me respondió no muy convencido. Ya tú ves. ¡Balanza fiscal me creía yo que era el peso aquel que se ponía encima del mostrador y venían los municipales para ver si estaba trucado y marcaba más de la cuenta…!
Mejor que lo siga pensando así. Dije para mi capote. Porque se que a mi amigo le gusta el champán y, como se entere de verdad de lo que significa todo eso, no se lo comprará más a los catalanes.
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