Si uno de los sitios mejores para hablar de cofradías es la playa cuando aprieta el calor, los veraneantes de Julio que piensen así habrán encontrado un regalo en una de las páginas impares del ABC de ayer Miércoles. Aquella en la que se reproducía el artículo “Resucitar en Sevilla” que escribiera Juan Manuel de Prada y que se ha alzado con el noveno premio “Joaquín Romero Murube”.
Siempre hemos encontrado los cofrades un cierto regusto no exento de narcisismo cuando la mirada curiosa de un visitante foráneo ha propiciado comentarios elogiosos de nuestra Semana Santa. Y más aun cuando estos se han vestido con la belleza literaria de una pluma bien cortada.
Juan Manuel de Prada, joven escritor y columnista, que sorprendió a críticos y lectores con su primera obra, ‘Coños’,recibió el Premio Primavera de Novela por “La vida invisible” e igualmente cuenta en su haber con otros diversos galardones entre los que destacan el Premio Planeta, el Premio de Narrativa Ojo Crítico y el González Ruano de periodismo.
Se define como un escritor “barroco, torturado y taciturno” y completa esta descripción personal con la respuesta que daba a Aurora Florez en el periódico donde se publicaba la noticia: “vasco de nacimiento y zamorano de crianza y sentimientos”
Por supuesto es vasco. Nació en Baracaldo (Vizcaya) en 1970 y es hoy uno de los escritores más jóvenes y galardonados de España que proclama el redescubrimiento de la fe como «provocación contra la doctrina imperante» y la defensa de la vida que, según su firme criterio, «es el caballo de batalla de nuestro tiempo».
Juan Manuel de Prada no conocía la Semana Santa de nuestra ciudad, como le sucediera al Padre Cue, que tampoco era sevillano y que apareció por aquí queriendo comprender “cómo llora Sevilla” con sus cofradías y lo supo llevado de la mano de Joaquín González Moreno, Carlos Acedo, Juan Delgado Alba, Manolo Ferrand y Julio Martínez Velasco, al que afortunadamente aun podemos leer de vez en cuando en las páginas de este ABC que siempre ha sido su periódico.
Pero a falta de este selecto y competentísimo grupo de cofrades, Juan Manuel ha contado con uno solo, Joaquín Moeckel, doctor en la materia, que, así, de entrada, le recetó una dosis en vena de sevillanía semanasantera en forma de video del Pregón de Antonio Burgos al que el paciente calificó de inmediato como de “pieza literaria insuperable”.
Y, claro, ya, preparado asi, lo puso en condiciones perfectas para que toda su musculatura intelectual y su sensibilidad reaccionaran como es debido ante esa cascada de estímulos que son nuestras cofradías en la calle.
El resultado es esta pieza periodística en la que el autor, como ha destacado el jurado calificador del premio, deja su impronta y su percepción sobre la Semana Santa.
Anoche me lo releí lentamente saboreándolo a placer, no en la playa sino en “Costaljarafe”, mientras el poniente me compensaba de las calores del día y hasta llegó a parecerme que venía empapado de aromas de azahar y cera cuando deletreaba con las palabras del escritor premiado que “la desesperación pagana flaquea y retrocede ante la imagen de ese Jesús del Gran Poder, vecino de San Lorenzo que sale a la noche con la Cruz a cuestas”
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