miércoles, 1 de octubre de 2008

Otro aspecto de la crisis

“Arimatea en el exilio”,con cuyas visitas periódicas se goza este Blog, me dijo ayer tras haber leído “China para incrédulos” que ... “ahora con la crisis y la globalización los pequeños comercios de barrio desaparecen y todo lo acaparan los centros comerciales. Solo sobreviven las tiendecitas de ultramarinos los llamados "desavios".
-Y añade - En mi barrio hay uno, está abierto de siete de la mañana a dos de la madrugada, lo regenta, como no podía ser de otra manera, una china y se ha puesto de nombre Maria.
A ver que españolito medio es capaz de hacerle la competencia”

Bien visto y mejor escrito. Sigo yo: En el mío, además, hay un Bazar que regenta un musulmán. Obsequioso, respetuoso y discreto. Se castiga con un horario parecido. Solo cierra durante el Ramadan. Y se hace llamar Angel que, como es sabido, es un patronímico que figura en el Corán como Gabriel y Miguel, enviados del Señor.

Supongo que Maria intentará satisfacer las peticiones de compra de todos sus clientes y que, cuando traspone su puerta de entrada al establecimiento una cara nueva, procurará brindarle su mejor sonrisa y el encuentro con todo aquello que vaya buscando.

Angel, mi moro amigo, al que no he preguntado nunca si cruzó el Estrecho en patera o la frontera erizada de Melilla, pero que no ha debido pasarlo muy bien antes de instalarse entre nosotros, intenta igualmente hacerlo así. Y si, alguna vez, su desbordante obsequiosidad no encuentra entre el abigarrado conjunto de su almacén aquello que voy buscando, lo anota en una pequeña libretita y me asegura el momento en que lo tendrá a mi disposición. No me ha fallado nunca.

A unos pasos de la tienda de Angel, Mohamed y algo más en su lugar de origen, hace poco tiempo que abrió una pequeña sucursal una conocida cadena de alimentación. He entrado en ella repetidas veces en el pleno ejercicio de eso a lo que nos dedicamos los jubilados: la Bolsa. (La de la tienda de la esquina para ayudar a la parienta, claro es.) Reiteradamente he pretendido encontrar zumo de tomate. Jamás mi búsqueda se ha visto coronada con el éxito y siempre la cajera me ha respondido con evasivas. Ayer me premió con un esfuerzo supremo y, a gritos, preguntó a quien parecía ser el encargado cuando venía.

-- No trabajamos el zumo de tomate – dijo éste sin mirarme.

El hermano de Mohamed, que ignoro si se hace llamar Ángel bis, está tramitando en el Ayuntamiento la licencia de apertura para un segundo Bazar.
La sucursal de la cadena de alimentación tal vez se vea obligada a cerrar un día de estos.

Y es que la crisis ya no hay quien la pare. Y, como es bien sabido, la crearon los americanos esos que en vez de concertar el precio de las cosechas como hacían los antiguos en la calle Sierpes no se ponen de acuerdo en Wall Street.

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