viernes, 10 de octubre de 2008

Una cuestión de Estado… cofrade

Entró decidido en la oficinita que se había reservado en la nueva Casahermandad para que sirviera de redacción del Boletín. Se sentó delante de la mesa en la que manejaba el teclado del ordenador su director y, sin preámbulo alguno, le dijo,

-- Hermano: vengo a pedirte el favor de que me reserves las mejores páginas del próximo número para exponer mi proyecto de ayuda a quienes están en peligro de sufrir los efectos de la crisis.

El director, un miembro joven del actual equipo ejecutivo, forjado en la cuadrilla de costaleros, que no había aparecido en la relación de puestos de la candidatura que había ganado las ultimas elecciones, pero que disponía de la total confianza de la Junta, miró a su interpelante sin tratar de ocultar su sorpresa y le preguntó,

-- ¿La crisis?... Pero, Hermano Mayor, ¿qué crisis?... Si hasta ayer mismo te he oído decir que no existía.

-- Pues la hay. Ya lo ha reconocido el mayordomo. Y no tenemos otra opción que ayudar al taller de bordados, a los cereros, a los orfebres, a los restauradores de los pasos que nos atienden…Todos están en peligro de ser asfixiados por las deudas que han contraído y necesitan protección. Estoy dispuesto a prestársela y se me ha ocurrido un plan de rescate.

-- Y... ¿y eso cuánto supone? – preguntó temerosamente el muchacho.

-- Te lo voy a apuntar para que ni te equivoques tú al reproducir la cifra ni me equivoque yo al comunicártela: Esto.

Garrapateó unos números en una hoja de papel y se la alargó al aturdido director.

Este no pudo evitar una de esas interjecciones que, aunque no se quieran, se sueltan debajo del palo después de una levantá cuando éste viene pegando en el camino de regreso.

-- ¡Pero si ya nos hemos endeudado antes y eso supone el cinco por ciento de todo lo que recibimos en el año!

--Si, pero el que tiene “los detalles”, el mayordomo, dice que “no costará ni un céntimo a los hermanos”, aunque se financiará con deuda a nuestro cargo.
Así que, como me parece que mi proyecto es necesario quiero un cheque en blanco por parte de quienes me votaron y, por supuesto, de la oposición, para inyectar liquidez en el sistema financiero de los talleres que te he citado. Y, por eso, me voy a dirigir a los componentes de la candidatura que perdió para que aprueben mi plan sin condiciones, porque se trata de una cuestión que nos afecta a todos.

Se abrió un silencio embarazoso. El muchacho se acodó sobre la mesa y empezó a pensar que el plan que su Hermano Mayor se había sacado de la manga convenía fiscalizarlo hasta el último euro. Porque, aunque él supusiera lo contrario, el dinero que estaba proyectando manejar tan alegremente no era suyo sino de los hermanos y las hermanas que pagaban religiosamente sus cuotas mensuales por lo que, en consecuencia, debería dar explicaciones exhaustivas del uso que trataba de hacer con él.

Sonó el teléfono. Lo descolgó el Hermano Mayor. Saludó con frialdad a quien llamaba y mantuvo una comunicación larga y llena de titubeos y monosílabos.
Cuando finalizó, colgó el auricular y se quedó pensativo. Luego respondió a la interrogante mirada del director del Boletín resumiendo la conversación que había mantenido.

-- Era esa hermana que pasó del Grupo Joven a la candidatura que perdió. Creo que iba en ella de secretaria. Dice que debo informar a todos, y hacerlo cuanto antes, contra qué activos va a prestar dinero la Hermandad, a quién se lo va a prestar, cuánto se prestará, y en qué plazo nos van a devolver el dinero.
¡Ah! Y que ni yo ni la Junta podemos decidir nada sin aprobarlo en Cabildo General.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Efectivamente. Pero como bien sabe-mos, aquí no pasa nada.
Impecaple su dominio de la palabra.
¡Que sabio es usted! o como diría
el refrán, más sabe el Diablo por
viejo que por.......
Para mi es un placer leer sus en-
tradas y compartir los principios.

José Luis Garrido Bustamante dijo...

Gracias,Paco Flores. Un abrazo