Lo de la crisis va en serio.Aunque no queramos admitirlo. Ha llamado la atención el desbordamiento festivo e inconsciente en las pasadas fiestas. Y ahora resalta el ambiente frío y el abandono de las calles y las tiendas donde no se han instaurado las rebajas no siempre debido al aire gélido que nos azota. Pero no queremos admitirlo. Nos han subido el café con leche en la barra del bar. Y la cerveza del mediodía. Sin que, a lo que se ve, y se paga, opere como medida disuasoria la decreciente asistencia de parroquianos. He tomado este mediodía una simple caña de cerveza acompañada de una menguada tapa de alcaparrones con ajos y me han cobrado un treinta por ciento más de lo que me pidieron la última vez que estuve allí.Con una difererncia: entonces tuve que esperar un hueco en la barra.En esta ocasión, me flanqueaba un cliente más y tras el mostrador nos contemplaban brazo sobre brazo cuatro dependientes.
Los llamados a tomar las medidas necesarias no saben qué hacer, pero siguen erre que erre sin abandonar el timón y, lo que es peor, censurando a los otros que no acudan en su ayuda. No lo dicen ellos.Pero lo mandan decir a los epígonos del poder que acuden con sus hipócritas caritas de imparcialidad a las numerosas ruedas y tertulias de comentaristas de la actualidad que nos sirven en horas mañaneras todas las televisiones.
Con todo el desahogo del mundo, uno de estos invitados, bien pagado por supuesto y de apellido extranjero, pontificaba esta mañana que la oposición debía hacer algo y proclamar las medidas que habría de tomar si gobernase. Y, airado y prepotente,se quedó tan fresco después de su filípica.
Pues no,señor. En toda tierra de garbanzos si el que lleva el gobernalle no conoce las cartas náuticas lo que tiene que hacer por vergüenza y por seguridad de los que le pusieron allí, es abandonar el timón antes de que naufrague la nave. En democracia el que no sirve dimite y el que fracasa se va. Y las fórmulas magistrales, los sistemas y los conocimientos de que dispone la oposición no se los tiene que secretear a nadie. Y menos al competidor. Si tu no sirves, deja tu puesto al otro antes de que nos hundas a todos en la ruina.
Así ha venido haciéndose siempre desde que los atenienses inventaron la democracia, esta curiosa forma de conducir a las naciones y los pueblos que, como decía Churchill (creo que fue Sir Winston el que dijo eso) es el peor sistema de gobierno… con excepción de todos los demás.
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