Es tiempo de comicios cofrades este mes de Junio que ya va por su mitad. Algunos se han celebrado ya.Otros se hallan en puertas. Y, entre estos, dos muy importantes, el del Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla y el de mi Hermandad del Calvario.Para el primero se presentan tres candidaturas. Para el segundo, dos.
Siempre es bueno que se abra el abanico democrático. Una sola candidatura resulta hoy sospechosa. Invita a suponer una penuria de aspirantes que abre la caja de las preocupaciones ante el declive de la corporación o la falta de interés participativo de sus miembros. Varias opciones suscitan, sin embargo, el temor de una fragmentación en el colectivo. Pero sin duda es deseable este horizonte en el que se mueven grupos activos de hermanos comprometidos.
Entre una y otra opción se encuadra la de las dos únicas candidaturas que, personalmente, me parece la más detestable para el futuro de la corporación en paz, armonía y convivencia.
Sin referirme en concreto a ninguna hermandad, y menos a la mía, su análisis, desde el plano puramente teórico, aunque sea somero, me avisa que la candidatura bis suele nacer en más de una ocasión como respuesta de los integrantes de la Junta de Gobierno saliente que no han sido llamados para integrarse en la nueva. Su cuna, pues, empieza a tramarse en la amargura de la marginación. Y, para justificar su necesidad y atraer voluntades, provoca un clima alarmista creado artificialmente que con frecuencia se carga con minusvaloraciones de los otros candidatos.
Lamentablemente esta actitud puede resultar muy perjudicial para los máximos rectores de la hermandad en proceso electoral para quienes ya se cumplió el plazo legal de reelección, si se interpreta que se prestan a colaborar en el juego e incluso apoyan de alguna manera al segundo grupo.
No deja de parecer sorprendente que los cofrades actuales herederos de aquellos que supieron ejercer los más nítidos procesos democráticos para la elección de sus gobiernos precisamente cuando la democracia permanecía aherrojada en las covachas de la dictadura, no sepan ahora, en tiempos de libertad, ejercer ésta sin el revanchismo o la soterrada ambición de continuar manteniendo cuotas de poder en la sombra que se desprenden de no pocos procedimientos electivos mas hijos de la mala política civil que de la buena fraternidad a que están llamadas tanto las hermandades de penitencia, como las de gloria y sacramentales.
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