martes, 14 de octubre de 2008

Miuras, ojú.

Ayer se clausuraron las fiestas del Pilar cuya feria taurina una vez más se ha podido ver retransmitida por televisión. Diez festejos que, para los aficionados abonados a Digital plus, han venido ocupando la tarde en el cómodo tendido de sofá a partir del pasado sábado cuatro y que han tenido desde la reiteración del viejo dicho “Corrida de expectación, corrida de decepción” en la que Morante hizo lo que pudo que fue exquisito y dejó a todos con la miel en los labios ante la absoluta falta de colaboración de sus enemigos, hasta la emoción y el miedo de la corrida de Miura.

Estuvieron hechos tres tíos los toreros, el Fundi, Rafaelillo y Jesús Millán. Demostraron los ganaderos su afición y sabiduría enviando un encierro en el tipo y con el comportamiento que se espera de estos toros . Faltaron aficionados entendidos que supieran valorar en su épica grandeza lo que se desarrollaba en el ruedo.Y brilló por su ausencia un presidente con sensibilidad.

La corrida se saldó con una solitaria oreja cortada por el aragonés Jesús Millán (que debieron ser dos) seguidas por las que en justicia tendrían que haberse concedido a sus compañeros.

Pero hubo espectáculo. Miedo en los tendidos. Admiración al valor. Y comprobación de que aun existen espadas capaces de practicar esta otra tauromaquia sobre las piernas que sacrifica la belleza a la seguridad, tratando siempre de poder al toro que no es fácil llevar debidamente toreado.

El año pasado me pidieron que glosara este mítico hierro en el acto de entrega del premio a la Ganadería Estrella que concede la Fundación Cruzcampo como triunfadores en la Feria de Abril y terminé mi intervención con las tres décimas que recuerdo ahora

Miura, casta sin par,
orgullo de la afición.
Leyenda y mito. Emoción
que es imposible igualar.
Poco se puede contar
de estos toracos tan densos
sin que se queden suspensos
los corazones templados.
Miuras de aficionados
y de toreros inmensos.

La A con asas lo reza
Y lo confirma en el ruedo:
Toros que exigen denuedo
con atrevida destreza.
No hay más taurina belleza
ni más fulgente hermosura
que, tras la breve clausura,
que le guardó en el chiquero
salte a la arena tan fiero
tan retador un Miura

Y no hay fortuna más plena
que, si un Miura se deja,
lograr cortarle una oreja
después de una gran faena.
El premio al premio encadena
Y, por dichosa ventura,
llega este verso a su altura
y con tres líneas acabo
pidiendo las dos y el rabo
a los hermanos Miura.

1 comentario:

Juanma dijo...

Estimado maestro:
Al ser de Lora del Río, he tenido la oportunidad de ver, en alguna ocasión, a los Miuras en el campo. Sin palabras ante un animal así.
Por otra parte, su columna me ha traído a la memoria una corrida del Pilar (emitida por TVE, aunque no recuerdo el año) en la cual se encerró con seis toros el mejor Joselito. Se trata de uno de mis recuerdos taurinos más sobrios y emocionantes.
Un abrazo.