Carta a los Reyes Magos

Como el cartero real, que este año era cartera, pasaba cerca de casa, mi nieta vino provista de bolígrafo y hoja de papel y me invitó a escribir con ella la carta a los Reyes Magos.Mi nieta tiene tres años, dibuja ya bastante bien el número uno y la letra A,de lo que se muestra muy orgullosa, pero como no sabe trasladar a signos escritos el resto de las palabras que condensa su pensamiento,lo sustituye con intraducibles garabatos con lo que, aun suponiendo una inteligencia superior a los tres personajes orientales, la colaboración del abuelo se hace indispensable.

Se me encaramó a la falda, extendió la hoja de papel ante mí, me metió uno de sus rizos rubios en un ojo y me urgió,”vamos”.

Si algún coetáneo mío no ha escrito nunca una misiva con una nieta rubia sentada en su falda lo siento por él. Quizás prefiera disimular sus canas con uno cualquiera de esos productos que se publicitan como eficaces para devolver la juventud perdida al pelo ralo y machacarse periódicamente en el gimnasio para conservar la fortaleza de los músculos y la rigidez de una barriga de tabla rasa. El libro de los masoquismos es amplio y absurdo. La juventud ya se sabe que, como quedó escrito, es una enfermedad que se pasa pronto. Y la vida guarda otras satisfacciones y momentos placenteros que hay que saber apreciar cuando llegan.
La carta a los tres monarcas que llevaron regalos al Niñodios es una de ellos.

Iberia, la compañía aérea, lo ha sabido representar fílmicamente a través de un spot de premio que se esta emitiendo en estos días en la televisiones y por el que su creativo merece toda clase de parabienes. Porque, a pesar de la invasión de ese ejército de falsos personajes mágicos, todos disfrazados de Papá Noel,gordo barbado vestido de rojo, que sí que fue hace muchos años el fruto de la mente disparatada de un dibujante de publicidad, Melchor, Gaspar y Baltasar, desplazándose a lomos de lentísimos camellos o a bordo de un avión de Iberia siguen reinando en las mentes no contaminadas de la grey infantil.

Así que va mi nieta y me empuja a escribir diciendo:

-- Empieza.Queridos Reyes Magos…

Se queda suspensa y, transcurridos unos segundos, repite:

-- Queridos Reyes Magos…

Y a partir de ahí dispara su imaginación engarzando una retahíla de peticiones en las que se encadenan las destinadas a satisfacer sus deseos y a complacer a su hermano menor, a Anyi,su prima preferida y a sus amigas del cole, sin olvidar lo que supone que habrá de agradar a su abuela y a sus padres. De mí no dijo nada. De manera que cuando acabé de transcribir lo que había oído, me la quedé mirando y, como interpretó mi pensamiento, me pregunto qué iba a pedir yo:

-- Un coche para pasearme en la feria, tirado por dos caballos.

Entonces me miró sorprendida y con los bracitos puestos en jarra, me dijo:

-- Abuelo, estás tonto. Eso no puede ser. ¿Cómo van a caber un coche y dos caballos en una bolsa de caramelos?...

De forma que, como llevaba razón, me quedé sin pedir nada, cerré el escrito y saltó de mi falda corriendo para llevarlo a la cartera.

Cuando me ví solo, pensé que mi mejor regalo de Reyes de este año era ella misma invitándome a escribir la carta en su compañía.