Cuentan que antaño un celador de cruz de la Macarena solía llegar al palquillo del Consejo a pedir la venia y en vez de las solemnes o protocolarias frases acostumbradas, decía : “Ahí viene eso”.
No invertía ni tiempo ni palabras en decir más. ¿Para qué pedir permiso?
¿A santo de qué solicitar una autorización si se acercaba la Reina y delante su Hijo con la mejor cohorte de honor que imaginarse pudiera?
La campechanía de este nazareno, por lo demás hombre conocido y respetado como cofrade prestigioso en la Sevilla de su tiempo, me va a servir para empezar este comentario dedicado a la festividad de la Esperanza que se conmemora.
Me sería artificial y difícil hablar de otra forma de la Macarena.
Siempre me he sentido atraído por Ella. Como muchos. Diría, que sucumbí al tirón de la Macarena. Y me sucede que, cuando llego ante sus plantas, no le puedo rezar. Le cuento cosas. Y cierro los ojos, a ver qué me dice. En algún sitio leí que Dios habla en lo secreto. Me atrevo a generalizar suponiendo que a la Macarena no se le reza con oraciones preconcebidas. Se habla con Ella.
Cuando di el Pregón de Semana Santa aquel uno de abril del noventa arrostré una osadía: narrar en público mis deserciones de la Cofradía del Calvario cuando ocupaba el puesto de Celador general, para irme a verla.
Esto luego se ha comentado mucho y no siempre con exactitud. Porque estas aventuras cofrades las corría dentro de la Catedral. Al amparo de miradas curiosas o malévolas y sin causar perjuicio alguno al cometido que la Hermandad del Calvario ponía a mi cuidado ya que mis ausencias eran breves y los nazarenos y los pasos quedaban en manos sin duda más expertas que las mías.
Andando el tiempo, cuando se cumplió en 1995 el Cuarto Centenario de la Hermandad, su Junta de Gobierno me hizo el honor de encargarme la Exaltación del acontecimiento que tuvo lugar en el escenario del Teatro Lope de Vega en la mañana del domingo 22 de enero, interpretando la Banda Municipal las marchas dedicadas a la Virgen por los maestros Albero, Morales, Braña y Gámez Laserna y efectuando la presentación Antonio Ríos que entonces presidía el Consejo de Hermandades.
Me resultó inevitable rememorar aquellos encuentros en la Puerta de los Palos…
Ahora los han recordado los componentes de la Banda Nuestra Señora de la Victoria de Arahal que, en su cuarto y excelente trabajo discográfico que contiene más de veinte temas cofrades han incluido este fragmento de aquel pregón.
Pienso en la cantidad de cosas que le diría a la Macarena si otra vez alcanzara a verla antes de que su fiel Luis León, hoy sucedido por Antonio Santiago,
tocase el martillo y la pusiese otra vez en la calle.
Si mi reloj, de año en año,
a aquella cita volviera
con cuánto amor le dijera
lo que no dije yo antaño.
Escribo y se que me engaño
porque el habla se me para
y la mente se dispara
en gozosa letanía,
Macarena, Madre mía,
al mirarte cara a cara.
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