En mi casa han entrado
veinte pastores
cuatro viejas lavando
y dos cantores.
Cientos de ovejas
y unos patos que corren
tras de las viejas.
En mi casa han crecido
montes y puentes
y hasta un río de plata
con dos corrientes.
Cielos y estrellas,
peregrinos lejanos
y tres camellas.
Un castillo que tiene
grande la puerta
y un soldado romano
con lanza alerta.
¡Qué colorines!
Es como un escenario
de muchos cines.
Mas también pasa
que un aroma de incienso
llena la casa
porque en el centro
de este extraño universo
que tengo dentro
hay un niño chiquito
recién nacido
y sus padres lo adoran
porque ha venido
el Señor de los Cielos
y está dormido.
¡Qué regalo de lujo!
¡Y qué contento
es montar en mi casa
el Nacimiento!
A Noel lo dejamos,
muy gordo, fuera.
Y al abeto gigante
en su ribera.
¡Basta de engaños!
El Belén lo ponemos
todos los años.
El Belén, con la Virgen
y San José
y ese Niño chiquito
que siempre ve
a su gente gozosa
cantándole.
Por lo tanto propongo
hacerse chicos
y cantar como en casa
los villancicos :
“Pero mira cómo beben
Los peces en el río
Pero mira cómo beben
Por ver a Dios nacío.
Beben y beben
y vuelven a beber
los peces en el río
por ver a Dios nacer.”
(Con cualquier otra letra popular puede acabarse también “Madre en la puerta hay un niño”, “Suena una pandereta”, “A Belén pastores”…)
3 comentarios:
Como siempre Maestro genial. En este Mundo donde el gusto por la lectura y por la escritura ha pasado a un muy segundo plano es un deleite seguir encontrando lugares donde disfrutar de la elegancia de las palabras y de la sencillez del mensaje. Siento que el reloj del tiempo se detuvo ante Usted para rendirle pleitesía. La misma persona que me emocionaba hace treinta años continúa haciéndolo hoy día. En sus textos me reencuentro con el pasado que dejé atrás casi sin darme cuenta.
Detrás de su buen hacer, no dudo, que existe un corazón generoso y bondadoso.
Mi niña de cuatro años me recita una poesía que realmente llega a emocionarme: habla de ríos y lagunas de Cristal, de un portal de papel, de unos Reyes Magos de barro y acaba con unas palabras hermosísimas “pero el Niño que está en el Portal, ese sí que es de Verdad”. No había visto a mi hija tan emocionada que cuando nombra al Niño de Dios, a pesar de su corta edad es una apasionada de la Semana Santa, cada noche dormía entre mis brazos a sones de Virgen del Valle, para ella no existió otra canción de cuna que la que acompaña el dolor de la Virgen que mas llora en la noche del Jueves Santo. El pasado Domingo de Resurrección le entregaron un clavel blanco del palio de la preciosísima Virgen de la Presentación, creo que en la vida le volverán a brillar los ojos como en ese instante. Me vinieron por momentos a la memoria mis tiempos de chaval cuando perteneciendo a la nomina de hermanos de cirio del Santísimo Cristo de las Tres Caídas veía alejarse un manto por la estrechez de Sierpes, auténtica joya que pone la omega sobre el alfa de una Virgen dulce y hermosa y uno de los palios elegidos de Sevilla.
Hermoso texto,Jordi. Como siempre.
Lleno de sentimentales remembranzas.
Un abrazo.
Joé, José Luis, deja ya la Navidad, que te vas a parecer a Barbeito, capillita de los belenes.
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