¿Nuevos “narraluces”?

Prometido tengo un comentario sobre los “narraluces”, escritores a los que me refería con motivo de la concesión del último premio Nadal, agrupados bajo ese término y,de alguna forma, identificados y situados temporalmente con él.

La palabra, un puro y bello neologismo,ha gustado tanto a Juanma, lector de este blog, que se interesa por ella. Grato, para mí, es el encargo de glosarla, desentrañando antes su contenido, que me llega envuelto en la cortesía de las frases del comentario.

Seguro estoy de que su creador primigenio fue el jesuita, periodista y escritor Carlos Muñiz Romero.Lo que no se, y tengo que aclararlo con él, es si le ayudó el recordado José Luis Ortiz de Lanzagorta y, si lo hizo, en qué medida fue.

“Narraluces” es un sustantivo,alumbrado como tal, es decir carente de singular conocido, aunque posible,del que fácilmente pueden colegirse los “deneis” de sus padres: narradores y andaluces. Sirvió para titular un fenómeno literario, célebre en su momento, protagonizado por un grupo importante de escritores de Andalucía con una copiosa obra narrativa, que, a finales de los 60 y comienzos de los 70 del pasado siglo, llevó a cabo una sorprendente irrupción del Sur en el panorama literario español, lo que significó un fenómeno sin precedentes desde la generación de 1927.

En el grupo estaban Manuel Halcón,los hermanos José y Jesús de las Cuevas, Manolo Ferrand, Luis Berenguer, Federico López Pereira, Alfonso Grosso, José María Requena, José Luis Ortiz de Lanzagorta, Javier Smith, Fernando Quiñones,Rafael Pérez Estrada… todos ellos desaparecidos…
Pero también Carlos Muñiz, Manolo Barrios,Aquilino Duque, Antonio Burgos, José María Vaz de Soto… que afortunadamente siguen con nosotros.

El "boom" de los narraluces", se contempló con desconcertado asombro en aquellos años. Como decía uno de los protagonistas de este fenómeno literario, Ortiz de Lanzagorta, se trataba de una generación "sorpresa" que alcanzó una insospechada resonancia en periódicos, cadenas de radio y televisión desde que empezó a conseguir que los más importantes premios literarios de España (Planeta, Nadal, Alfaguara, Sésamo) se repartieran entre los escritores del Sur.

A pesar de que hubo quien maliciosamente atribuyó el hecho a una operación de marketing, con el paso de los años casi todos admiten que se trató de un fenómeno singular: escritores unidos por la tierra, por el idioma, por el léxico y sobre todo, por un hecho indiscutible que permanece sin que le afecte la erosión del tiempo: su calidad excepcional proyectada en las Letras Españolas más allá de Despeñaperros.

Hoy asistimos a la aparición de narradores nuevos en este mismo Sur de sol y olvidos y, otra vez, empiezan a caer galardones de los que nuestro académico Antonio Muñoz Molina que con “El jinete polaco” ganó el Premio Planeta en 1991 y por segunda vez el Premio Nacional de Literatura en 1992, Antonio Soler,que con ‘El camino de los ingleses’, le valió hacerse con el Premio Nadal en 2004, ... Felipe Benítez Reyes,ganador del mismo en 2007 con su “Mercado de espejismos”, o Eva Díaz Pérez, escritora y periodista, finalista el año pasado con la novela 'El Club de la Memoria', pueden dar brillante testimonio.

Pienso que no se puede incluir sus nombres en la relación de aquellos “narraluces”, grupo caracterizado, entre otros aspectos, por su aparición en un tiempo anterior,en el que entró a sangre y fuego la guadaña de las postrimerías del siglo pasado, pero sí denominarlos “nuevos narraluces”.

De todas formas, es otra de las cuestiones que tengo que comentar con Carlos Muñiz.