sábado, 8 de noviembre de 2008

Enhorabuena, pregonero.

¿Pregonero o pregonera?... He titubeado al escribir el título de esta entrada y, como me parece mal poner pregonero/a, lo dejo así.
La duda habría sido ociosa años atrás. Hoy se perfila con la exigencia gentil de la influencia de la mujer en las cofradías. Se estrena Consejo en la decisión de la persona que habrá de situarse ante el atril en la mañana del Domingo de Pasión para cantar sus excelencias desde el imponente escenario del Teatro de la Maestranza. El cambio puede ser posible. O no. Por el temor de cometer otro disculpable desliz como el habido en la pasada y reciente elección del cartelista.
Como en ocasiones últimas ya se han avanzado listas y se han aventurado quinielas. Creo que lo he leido casi todo y que está muy atinado.Pero tal vez no se haya resaltado en ningún sitio el nombre del acierto.
Yo le deseo toda la suerte del mundo. Ese privilegio es un regalo impagable. Por muchas servidumbres que implique y muchos riesgos escondidos que pueda suponer, entre los que se anota el descuido de callar la frase que algunos esperan. El tiempo, la falta de tiempo, es el principal aliado de esta torpeza.
Yo, por lo menos lo experimenté así en 1990. La autocirujía a la que hay que proceder eliminando páginas para no exceder de la pauta recomendada es muy dolorosa.
Tanto fue así que, a los postres del almuerzo tradicional de ese día, en mi turno de agradecimiento, pronuncié unas palabras que terminé con el verso que reproduzco ahora:
Mira, hermano nazareno:
Tu Cristo y tu Virgen son
lo mejor del mundo entero.
Y yo lo se. Y lo escribí.
Y tuve en el aire preso
imágenes sin parar
de los felices momentos
de lo que es tu Hermandad,
y de su vida por dentro
y lo que pone en tu barrio
temblores de sentimientos
cuando tu Cristo se asoma
por las esquinas del templo
y llega, tras El, tu Virgen
y no hay palabra ni verbo
ni frase que se aproxime
al exquisito concepto
y al piropo que merece
esa señora del Cielo.
Pero, ya ves, tanto amor,
tanta emoción, tanto bello…
en el pregón que aprendí
se condensó sin quererlo.
Mas, que lo sepas, que sí
que tengo esa pena dentro:
que,sabiendo lo que sé
de tan sublimes momentos,
de ese quinario lucido,
de esos pasos tan bien puestos,
de esas flores, de esos cirios,
de ese trabajo bien hecho
que, como siempre, bordaron
los hermanos costaleros,
de esa gente – más que nunca -
y más también, nazarenos
y más fervor en la calle
y más oraciones dentro
y más saetas valientes
y más, en fin, más contento
porque todo salió bien
un año más, siendo eso
tan conocido por mí…
me lo dejé en el tintero.
No tengo perdón de Dios.
No tengo. No… lo merezco.
Y no es verdad.Porque ¿sabes?
con el perdón de mi Padre
es cosa con la que cuento.
Perdón, sí tuve, lo sé.
Lo que no tuve fue… tiempo.
Por eso perdón a ti
te pido, buen nazareno.
A prolongar el reloj
no enseñan al pregonero.
Pero que sepas, que sí,
Yo, como tú, así lo `pienso:
¡Tu Cristo y tu Virgen son
lo mejor del mundo entero!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sinceramente, no se porque en Sevilla se le tiene esa mania a las mujeres, ¿o quizas se le tiene miedo?, puedo hablar con conocimiento de causa, este año en Benacazon a dado el pregón una mujer, y segun se comentó en su momento ha sido si no el mejor, de los mejores pregones que se han dado en este bendito pueblo del aljarafe. Desde aqui mis felicitaciones a Mª Nieves, ya que nunca se las he dado personalmente.