martes, 11 de noviembre de 2008

No hay derecho.

Lo sucedido con el último concurso de frecuencias de radio fallado en Cataluña es un ejemplo
clarísimo del grado de deterioro que está sufriendo la Democracia en España en los últimos tiempos.

El Gobierno catalán, que en una asunción de facultad legislativa reguladora de la actividad radiofónica, desde mi particular punto de vista, muy discutible, había desposeído de renovación de licencias a dos emisoras de la COPE, las de Lérida y Gerona, ha excluido del último reparto de frecuencias a una de las cadenas de ámbito nacional, Punto Radio, perteneciente al Grupo Vocento, que no es titular de ninguna frecuencia en territorio catalán, y que ha vuelto a quedarse fuera.

La decisión se produce precisamente una semana después de que el líder de ERC,Joan Puigcercós llamara al boicot contra ABC por haber informado este periódico del derroche de Benach y Carod Rovira.

De nuevo, una comunidad autónoma se burla de cualquier criterio de objetividad y neutralidad para excluir absolutamente a quienes considera “no amigos” y favorecer a los que cree que son sus “amigos”.

Todo esto nace, según mi opinión, de una desquiciada interpretación legal de reservar a los gobiernos la facultad distributiva de un bien público como son las ondas hertzianas, abarcando la totalidad del proceso de utilización de frecuencias y potencias radiadas y llegando incluso a dejar la decisión en manos de comunidades y ayuntamientos.

La extravagancia no es reciente y ni siquiera data de los comienzos de la restauración del Régimen democrático. Es una de las muchas cosas que, desde siempre. se han hecho mal en este país y que fue lógico que no se alteraran durante el franquismo, pero que debieron ser modificadas sin tardanza en los tiempos aurorales de la Constitución actual.

Probablemente Hertz, el físico alemán descubridor de las ondas que llevan su nombre, estaba muy lejos de suponer la influencia decisiva que iban a tener en el mundo de la comunicación. Ni siquiera el mismo Marconi que las contempló al principio como una mina de oro utilizándolas para sustituir al Morse transmitido mediante un tendido alámbrico admirando codiciosamente las ganancias que obtendría con la telegrafía sin ellos inaugurando los telegramas con los barcos en alta mar.

Pero cuando Lee de Forest descubre el principio de la amplificación electrónica y Fesseden hace cabalgar la voz humana sobre las crestas de estas ondas y transmite por vez primera un mensaje (que fue precisamente la lectura evangélica del Nacimiento de Cristo) los pueblos empezaron a comprender que el nuevo descubrimiento (en realidad una suma de ellos) a todos pertenecía y precisaba por tanto una regulación común.

De aquí parte, descendiendo a sus raíces más profundas, la idea de los Congresos Internacionales para repartir las frecuencias y evitar las interferencias entre emisoras y de aquí igualmente que se reservaran los acuerdos a los Estados y no a los Gobiernos.

Se crearon para ello entes especiales desprovistos de color político representativos de los distintos cauces expresivos de cada pueblo y se evitó con rigor exquisito la utilización interesada y partidista del nuevo medio de comunicación. Alemania fue el primer país europeo que lo hizo así y solo dejó de hacerlo cuando la bota militar pisoteó sus derechos democráticos.
Hoy asistimos a otro pisotón. Con alpargata de payés, pero pisotón al fin y al cabo.

1 comentario:

La verdad esta ahi fuera dijo...

Este tipo de cosas tiene una solucion muy facil, ahora... cuando hay que pactar con ellos para estar en la Moncloa toca bajada de pantalones